domingo, 22 de mayo de 2011

LOS PLANOS DE CORRESPONDENCIA



CAPÍTULO VIII

LOS PLANOS DE CORRESPONDENCIA

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba.»
El Kybalion.


El segundo gran principio hermético encierra la verdad de que existe entre los diversos planos de
manifestación de la vida y del ser una armonía, concordancia y correspondencia. Esta verdad lo es
porque todo cuanto hay en el Universo emanó de la misma fuente, y las mismas leyes, principios y
características se aplican a cada unidad o combinación de unidades de actividad, conforme cada una
manifiesta su propio fenómeno en su propio plano.

Para facilitar la meditación y el estudio, la Filosofía hermética considera que el Universo puede
dividirse en tres grandes clases de fenómenos, conocidas como los tres Grandes Planos:
I.EL PLANO FÍSICO.

II.EL PLANO MENTAL.

III.EL PLANO ESPIRITUAL.

Estas divisiones son más o menos artificiales y arbitrarias, porque la verdad es que las tres
divisiones no son más que grados ascendentes en la gran escala de la vida, siendo el punto más bajo la
materia indiferenciada, y el más elevado el del Espíritu. Y, además, los diferentes planos se esfuman
unos en otros, de manera que no puede establecerse una división firme y nítida entre la parte superior
del Plano Físico y la inferior del Mental.

En una palabra, los tres grandes planos pueden ser considerados como tres grandes grupos de
grados de vida en manifestación. Y aunque el propósito de este libro no nos permite entrar en una
explicación extensa de los mismos, daremos una descripción general de ellos.
Para principiar podemos considerar la pregunta tan a menudo formulada por el neófito, que desea
saber lo que significa realmente la palabra «Plano», término que se usa libremente, y que apenas ha
sido explicado, en muchas obras de ocultismo. La pregunta se formula generalmente así: «¿Un Plano es
un lugar que tiene dimensiones, o no es más que una condición o estado?» Y podemos contestar «No,
no es un lugar ni una dimensión ordinaria del espacio; pero, sin embargo, es más que un estado o
condición». Puede ser considerado como un estado o condición; pero, no obstante, el estado o
condición es un grado dimensional, es una escala, y está sujeto a medida. Parecerá esto quizá una
paradoja, pero examinemos el punto. Una «dimensión» es una medida en línea recta, relacionada con
una medida base, etc. Las dimensiones ordinarias del espacio son longitud o largo, latitud o ancho, y
grosor o altura. Pero existe otra dimensión de las cosas creadas, o medida en línea recta, conocida por
los ocultistas y también por los hombres de ciencia, aunque estos últimos no le hayan dado todavía el
nombre de dimensión. Esta nueva dimensión, que por el momento es la base de muchas especulaciones
bajo el nombre de Cuarta Dimensión, es el tipo usado para determinar los «grados» o planos.

Esta cuarta dimensión puede ser denominada la de la «Vibración». Es un hecho bien conocido por
la ciencia moderna, así como por los hermetistas, quienes han encerrado esa verdad en su tercer
principio, que «todo está en movimiento, todo vibra, nada está en reposo». Desde la más elevada
manifestación hasta la más baja, todas las cosas vibran. Y no solamente vibran con diferente intensidad,
sino en diferentes dimensiones y de diferente manera. Los grados de «intensidad» vibratoria
constituyen los grados para medir en la escala de vibraciones, o sea los grados de la Cuarta Dimensión.

Todos estos grados forman lo que los ocultistas llaman «planos».

Cuanto más elevado es el grado de vibración, tanto más elevado es el plano. De manera, pues, que
aunque un plano no es un lugar, ni estado o condición, posee, sin embargo, cualidades comunes a
ambos. Algo más tendremos que decir sobre las vibraciones en los próximos capítulos, en los que
estudiaremos el principio hermético de Vibración.

Se recordará, no obstante, que los tres grandes planos no son divisiones actuales y reales de los
fenómenos del Universo, sino simples medios arbitrarios empleados por los herméticos para ayudar al
pensamiento y al estudio de los diversos grados y formas de la actividad y de la vida universales.

El
átomo de la materia, la unidad de fuerza, la mente del hombre y el ser del arcángel, no son más que
grados de una sola y misma escala, y todos son fundamentalmente los mismos, siendo la diferencia sólo
cuestión de grado y de intensidad vibratoria: todos son creaciones del TODO, y tienen su existencia
dentro de su mente infinita.

Los herméticos subdividen cada uno de esos tres grandes planos en siete planos menores, y cada
uno de éstos en siete subplanos, siendo estas divisiones más o menos arbitrarias, esfumándose unas en
otras, pero han sido adoptadas por conveniencias del estudio científico.

El Gran Plano Físico, y sus siete planos menores, es la división que comprende todos los
fenómenos del universo que se refieren a las cosas, fuerzas y manifestaciones físicas. Incluye todas las
formas de lo que conocemos como materia, y todas las formas de lo que llamamos energía o fuerza.

Pero se debe recordar que la Filosofía Hermética no reconoce la materia como una cosa en sí misma, o
como si tuviera una existencia separada de la mente del TODO. La proposición es que la materia no es
más que una forma de energía, esto es, energía de una intensidad vibratoria inferior de cierta clase. Y
de acuerdo con ello, los herméticos clasifican la materia bajo el título de energía, y le adjudican tres de
los siete planos menores del Gran Plano Físico.

Dichas siete divisiones menores son las siguientes:

I.El plano de materia (A)

II.El plano de materia (B)

III.El plano de materia (C)

IV.El plano de sustancia etérea.

V.El plano de energía (A)

VI.El plano de energía (B)

VII.El plano de energía (C)

El Plano de Materia A comprende las formas materiales sólidas, líquidas y gases, tal como lo
reconocen generalmente las obras de texto físicas. El Plano de Materia B comprende ciertas formas
más elevadas y sutiles de la existencia que la ciencia recién comienza a conocer: los fenómenos de la
materia radiante, bajo sus fases de radium, etc., que pertenecen a la subdivisión más inferior de este
plano menor. El Plano de la Materia C comprende formas de la materia más sutil y tenue, cuya
existencia ni siquiera sospechan los hombres de ciencia actuales. El Plano de la sustancia Etérea
comprende lo que la ciencia denomina «éter», sustancia de tenuidad extrema y de prodigiosa
elasticidad, que compenetra todo el Espacio Universal y que obra como medio para la transmisión de
ondas de energía tales como la luz, el calor, la electricidad, etc. Esta sustancia etérea es el eslabón de
unión entre la llamada materia y la energía, participando de la naturaleza de ambas. La doctrina
hermética dice que ese plano tiene siete subdivisiones (como las tienen los demás planos menores), y
que, en realidad, hay siete éteres en vez de uno.

Inmediatamente después viene el Plano de la Energía A, que comprende las formas de energía que
la ciencia conoce corrientemente, siendo sus siete subdivisiones respectivamente: Calor, Luz,
Magnetismo, Electricidad, Atracción (gravitación, cohesión, afinidad química, etc.) y otras varias
formas de fuerza que revelan los experimentos científicos, pero que aún no han sido denominadas o
clasificadas. El Plano de la Energía B comprende siete subdivisiones de las más elevadas modalidades
de energía, que aún no ha descubierto la ciencia, pero que han sido llamadas «Las Fuerzas Sutiles de la
Naturaleza», cuya manifestación se provoca mediante ciertos fenómenos mentales, cuyos fenómenos
son posibles merced a ellas. El Plano de la Energía C comprende siete subdivisiones de energía tan
elevadamente organizada que tiene muchas de las características de la vida, pero no son reconocidas
por el hombre en el actual estado de desarrollo, siendo utilizables solamente para los seres del Planeta
Espiritual. Esa energía es inconcebible y puede ser considerada casi como «poder divino». Los seres
que la emplean son como dioses, aun comparándolos con el tipo humano más elevado que conozcamos.

El Gran Plano Mental comprende esas formas de cosas vivientes que conocemos en la vida
ordinaria, así como otras formas no tan bien conocidas, salvo por los ocultistas.

La clasificación de los siete planos mentales menores no es muy satisfactoria sino más bien
arbitraria (salvo que se acompañara por complicadas explicaciones que son ajenas al propósito de este
libro), pero la mencionaremos.

I.El plano de la mente mineral

II.El plano de la mente elemental (A)

III.El plano de la mente vegetal

IV.El plano de la mente elemental (B)

V.El plano de la mente animal

VI.El plano de la mente elemental (C)

VII.El plano de la mente humana.

El Plano de la Mente Mineral comprende los estados o condiciones de las unidades o entidades, o
grupos y combinaciones de las mismas, que animan las formas conocidas bajo el nombre de minerales,
substancias químicas, etc. Estas entidades no deben ser confundidas con las moléculas, átomos y
corpúsculos siendo estos últimos sólo el cuerpo material de dichas entidades, así como el cuerpo del
hombre no es más que su forma material y no él mismo. A esas entidades se las puede llamar «almas»
en cierto sentido, y son seres vivientes de escaso grado de desarrollo, vida y mentalidad, apenas un
poco más que las unidades de «energía viviente» que comprenden las subdivisiones superiores del más
elevado plano físico. El hombre corriente no suele atribuir mente, alma o vida al reino mineral, pero
todos los ocultistas reconocen la existencia del mismo, y la ciencia moderna se está encaminando
rápidamente hacia este punto de vista. Las moléculas, átomos y corpúsculos tienen sus «odios y
amores», gustos y desagrados, atracciones y repulsiones, afinidades y no-afinidades, etc., y algunos
hombres de ciencia han expresado la opinión de que el deseo y la voluntad, las emociones y
sentimientos de los átomos sólo difieren en grado de los del hombre. No tenemos espacio para discutir
el asunto aquí. Todos los ocultistas saben que es un hecho, y otros se refieren a los descubrimientos
científicos más recientes para que se vea su corroboración. Este plano tiene las siete subdivisiones
habituales.

El Plano de la Mente Elemental A comprende el estado o condición y grado de desarrollo mental y
vital de una clase de entidades desconocidas para el hombre corriente, pero que el ocultista conoce. Son
invisibles para los sentidos ordinarios del hombre, pero, no obstante, existen y desempeñan su papel en
el Drama del Universo. Su grado de inteligencia es intermedio entre las entidades minerales y químicas
por una parte y las entidades del reino animal por la otra. Hay siete subdivisiones en este plano
también.

El Plano de la Mente Vegetal y sus siete subdivisiones comprende los estados o condiciones de las
entidades que encierra el mundo vegetal, los fenómenos mentales y vitales que se conocen
corrientemente. Muchas e interesantes obras científicas se han escrito últimamente sobre la mente y la
vida en las plantas. Los vegetales tienen vida, mente y alma, tanto como los animales, el hombre y el
superhombre.

El Plano de la Mente Elemental B y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones
de una forma de elementales o entidades invisibles, que hacen su obra en el Universo, cuya mente y
vitalidad forma parte de la escala entre el Plano de la Mente Vegetal y el Plano de la mente Animal,
participando dichas entidades de la naturaleza de ambos.

El Plano de la Mente Animal y sus siete subdivisiones comprende los estados y condiciones de las
entidades, seres o almas, que animan los cuerpos vivientes de los animales y que son familiares a todos.

No es necesario entrar en detalles concernientes a este reino o plano de vida, porque el mundo animal
nos es tan familiar como el nuestro propio.

El Plano de la Mente Elemental C y sus siete subdivisiones comprende las entidades o seres
invisibles, que participan de la naturaleza de la vida animal y humana, en determinado grado y
combinación. Los elementos pertenecientes a este plano y que están en el grado más elevado del
mismo, son semihumanos en inteligencia.

El Plano de la mente Humana y sus siete subdivisiones comprende las manifestaciones de la vida y
mentalidad que son comunes al hombre en sus varios grados y divisiones. En este punto debemos
indicar el hecho de que el hombre corriente actual ocupa la cuarta subdivisión del Plano de la mente
Humana, y sólo los más inteligentes han cruzado los límites de la quinta subdivisión. Millones de años
ha empleado la raza para alcanzar este estadio, y tardará muchos años más en llegar a las subdivisiones
sexta y séptima. Pero debemos recordar que ha habido razas anteriores a las nuestras que han pasado
por esos grados y después más allá de ellos. Nuestra propia raza es la quinta (con más los rezagados de
la cuarta) que huella el Sendero. En ella ha habido unas cuantas almas avanzadas que han sobrepasado
a la masa y han llegado a la sexta y hasta la séptima subdivisión, y algunos un poco más allá todavía. El
hombre de la sexta subdivisión será el superhombre, y el de la séptima el ultra hombre.

Al considerar los siete planos mentales menores nos hemos referido a los tres planos elementales
en un sentido general. No deseamos entrar en mayores detalles en esta obra, porque el asunto no
pertenece a este plano de la filosofía y enseñanzas generales. Pero hemos dicho esto para dar una idea
un poco más clara de las relaciones de estos planos con los que nos más familiares. Los Planos
Elementales guardan la misma relación en mentalidad y vitalidad con los Planos Mineral, Vegetal,
Animal y Humano, que las teclas negras de un piano con las blancas. Las teclas blancas bastan para
producir música, pero hay ciertas escalas, melodías y armonías en las que las teclas negras desempeñan
su parte, siendo necesaria su presencia. Son también necesarias como eslabones de unión en las
condiciones anímicas, o estados de ser diversos, entre los demás planos, alcanzándose así ciertas
formas de desenvolvimiento. Y este hecho dará al lector que pueda leer entre líneas una luz nueva
sobre el proceso de la evolución, una nueva clave para la secreta puerta de la vida que se oculta entre
reino y reino. Todos los ocultistas conocen perfectamente esos grandes reinos de Elementales, y las
obras esotéricas están llenas de alusiones a los mismos.

Los que hayan leído Zanoni, de Bulwer Lytton, y otras leyendas similares, reconocerán a esas
entidades pertenecientes a los mencionados planos de la vida.
Pasando del gran Plano Mental al Gran Plano Espiritual, ¿qué es lo que podríamos decir?, ¿Cómo
podríamos explicar esos elevados estados del ser, de la vida y de la mentalidad a mentes que son
todavía incapaces de comprender las subdivisiones más elevadas del Plano de la Mente Humana?

Esa
tarea es imposible. Sólo podemos hablar en los términos más generales. ¿Cómo podría describirse la
luz a un hombre que haya nacido ciego?, ¿Cómo explicar el azúcar a quien nunca ha probado algo
dulce?, ¿Cómo hablar de armonía a un sordo?.

Todo lo que podemos decir es que los siete planos menores del Gran Plano Espiritual (cada uno de
los cuales tiene las usuales siete subdivisiones), comprenden seres tan superiores al hombre actual
como este último es superior al gusano o quizás a formas aún inferiores. La vida de esos seres
trasciende tanto a la nuestra que ni siquiera podemos pensar en los detalles de las mismas. Su mente es
tan elevada que, por ellos, nosotros apenas si pensamos, y nuestros procesos mentales les parecen puros
procesos materiales. La materia que forma sus cuerpos es del plano más elevado, y algunos se dicen
que están envueltos por pura energía. ¿Qué es lo que podría decirse sobre tales seres?

En los siete planos menores del Gran Plano Espiritual existen seres de quienes hablamos como
Ángeles, Arcángeles o semi-dioses. En los planos menores inferiores viven aquellos a quienes damos el
nombre de Maestros y Adeptos. Sobre ellos están las grandes jerarquías de huestes angélicas,
inconcebibles para el hombre, y sobre ellas están los que sin irreverencia alguna podrían llamarse
dioses, pues su grado de elevación en la escala es tan alto, tan grande su poder e inteligencia, que
sobrepasan a todas las concepciones que el hombre se ha formado sobre la Deidad. Esos hombres están
de todo cuanto se pueda imaginar, siendo la palabra «Divino» la única que se les podría aplicar.
Muchos de esos seres, incluso las huestes angelicales, tienen sumo interés por las cosas del Universo y
desempeñan un papel importantísimo en sus procesos. Esas invisibles divinidades y auxiliares
angélicas ejercen su influencia libremente y poderosamente en la obra de la evolución y del progreso
cósmico. Su intervención ocasional y auxilio directo en los asuntos humanos han dado origen a muchas
leyendas, creencias, religiones y tradiciones de las razas pasadas y actuales. Han superpuesto su
conocimiento y poder sobre el mundo una y otra vez, todo bajo la ley del TODO, por supuesto.
Pero sin embargo, aún esos elevadísimos seres existen meramente como creaciones de la mente del
TODO y están sujetos a los procesos cósmicos y a las leyes universales. Son todavía mortales,
podemos llamarlos «dioses» si nos agrada, pero no son más que nuestros hermanos mayores: las almas
avanzadas que han sobrepasado a sus compañeras y que han renunciado temporalmente al éxtasis de la
absorción en el TODO, para poder ayudar a la raza en su ascendente jornada en el Sendero. Pero
pertenecen al Universo y están sujetos a sus condiciones —son mortales y su plano es inferior al del
Espíritu Absoluto.

Sólo los herméticos más avanzados son capaces de comprender las enseñanzas secretas
concernientes al estado de existencia y a los poderes manifestados en los planos espirituales. El
fenómeno es tan superior al que se produce en los Planos Mentales que cualquier intento de descripción
sólo serviría para producir una gran confusión de ideas. Únicamente aquellos cuya mentalidad ha sido
cuidadosamente educada en la Filosofía Hermética durante años enteros, y los que han traído consigo,
de encarnaciones anteriores, el conocimiento adquirido previamente, pueden comprender
adecuadamente lo que significan las enseñanzas referentes a los planos espirituales. Y muchas de ellas
las guardan celosamente los herméticos por considerarlas demasiado sagradas, importantes y hasta
peligrosas, como para divulgarlas públicamente. El estudiante inteligente comprenderá lo que esto
significa si dijéramos que el significado de la palabra «Espíritu», tal como lo usan los herméticos, es
sinónimo de «poder viviente», de fuerza animada, de esencia interna o vital, etc., significación que no
debe confundirse con lo que generalmente se atribuye al término en cuestión: «religioso, eclesiástico,
espiritual, etéreo, santo, etc.». El ocultista emplea la palabra Espíritu en el sentido de «principio
animador», lo que lleva consigo la idea de poder, de energía viviente, de fuerza mística, etc. El ocultista
sabe muy bien que lo que él conoce como poder espiritual puede ser empleado con fines buenos o
malos (de acuerdo con el principio de polaridad), hecho que ha sido reconocido por la mayoría de las
religiones en sus concepciones de Satanás, Belcebú, el Diablo, Lucifer, Ángeles caídos, etc. por esta
razón el conocimiento referente a esos planos ha sido mantenido en el secreto, en el Santuario de los
Santuarios de todas las fraternidades esotéricas y órdenes ocultas. Ha sido guardado en la más secreta
cámara del Templo. Pero, y esto si podemos decirlo, los que han alcanzado grandes poderes espirituales
y los han empleado mal se han creado un Destino terrible, y la oscilación del péndulo del Ritmo
inevitablemente los llevará al otro extremo de la existencia material, desde cuyo punto tendrán que
volver nuevamente a hacer el mismo camino a lo largo de las múltiples espirales del Sendero, pero
siempre tendrán como castigo el recuerdo vibrante de las cumbres donde cayeron debido a su mal
obrar. Las leyendas sobre los ángeles caídos tienen una base real, como saben todos los ocultistas.

La
lucha interesada por el poder en los planos espirituales inevitablemente produce que el alma egoísta
pierda su equilibrio espiritual y caiga tan abajo como había ascendido. Pero, aun a estas almas, se les
presenta la oportunidad de volver sobre sus pasos, y hacen la jornada de vuelta pagando la tremenda
penalidad, de acuerdo con la invariable ley.

Para concluir, recordamos que, de acuerdo con el principio de Correspondencia que encierra la
verdad de que «Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba», todos los siete principios
herméticos están en plena operación en los diversos planos, físico, mental y espiritual. El Principio de
la Sustancia Mental se aplica, por supuesto, a todos los planos, porque todos están en la mente del
TODO. El Principio de Correspondencia se manifiesta en todos, porque existe analogía, acuerdo,
correspondencia y concordancia entre los varios planos. El Principio de Vibración se manifiesta
también en todos los planos, pues las diferenciales que los dividen son consecuencia de la vibración,
como ya hemos explicado. El Principio de Polaridad se manifiesta en cada plano, siendo los extremos o
polos aparentemente opuestos y contradictorios. El Principio del ritmo se manifiesta en cada plano, con
flujo y reflujo, ascenso y descenso, ingreso y egreso. El Principio de Causa y Efecto se manifiesta en
cada plano, teniendo todo efecto su causa y toda causa su efecto. El Principio de Género se manifiesta
en cada plano, estando siempre expresada la energía creadora y operando mediante los aspectos
masculino y femenino.

«Como es arriba, es abajo; como es abajo, es arriba». Los milenarios axiomas herméticos encierran
los grandes principios de los fenómenos universales. Conforme vayamos considerando los restantes
principios, veremos cada vez más clara la verdad de la naturaleza universal de este gran Principio de
Correspondencia.

* * *

El Kybalión

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